John F. MacArthur Jr. Quote

Todo el mal en la crucifixión, provocó un bien infinito. De hecho, este fue el acto más malvado jamás perpetrado por corazones pecaminosos: El Hijo de Dios sin pecado, el santo Dios mismo en carne humana, fue asesinado injustamente después de haber sido sometido a las más horribles torturas que podrían ser concebidas por mentes perversas. Era el mal de todos los males, el peor acto de depravación humana que jamás podría concebirse y el mal más vil que jamás se haya cometido. Sin embargo, de este provino el mayor bien de todos los tiempos: La redención de un sin número de almas y la manifestación de la gloria de Dios como Salvador. Aunque los asesinos pensaron el mal contra Cristo, Dios lo encaminó a bien, para salvar a muchos (cp. Génesis 50.20). La cruz es por lo tanto la prueba definitiva de la soberanía absoluta de Dios. Sus propósitos se cumplen siempre, a pesar de las malas intenciones de los pecadores. Dios aun obra su justicia a través de las malas acciones de agentes injustos. Lejos de hacerlo culpable por su maldad, esto demuestra cómo todo lo que Él hace es bueno, y como Él es capaz de obrar para que todas las cosas ayuden a bien (Romanos 8.28), incluso el acto más malvado de los poderes del mal que ha conspirado para llevar a cabo. Por otra parte, si Dios estaba soberanamente en control cuando las manos injustas de hombres asesinos pusieron a su amado Hijo en la cruz, ¿por qué alguien se resiste a la idea de que Dios todavía está soberanamente en control, incluso cuando se producen males menores? La cruz, por lo tanto, establece la soberanía absoluta de Dios fuera de toda duda.

John F. MacArthur Jr.

Todo el mal en la crucifixión, provocó un bien infinito. De hecho, este fue el acto más malvado jamás perpetrado por corazones pecaminosos: El Hijo de Dios sin pecado, el santo Dios mismo en carne humana, fue asesinado injustamente después de haber sido sometido a las más horribles torturas que podrían ser concebidas por mentes perversas. Era el mal de todos los males, el peor acto de depravación humana que jamás podría concebirse y el mal más vil que jamás se haya cometido. Sin embargo, de este provino el mayor bien de todos los tiempos: La redención de un sin número de almas y la manifestación de la gloria de Dios como Salvador. Aunque los asesinos pensaron el mal contra Cristo, Dios lo encaminó a bien, para salvar a muchos (cp. Génesis 50.20). La cruz es por lo tanto la prueba definitiva de la soberanía absoluta de Dios. Sus propósitos se cumplen siempre, a pesar de las malas intenciones de los pecadores. Dios aun obra su justicia a través de las malas acciones de agentes injustos. Lejos de hacerlo culpable por su maldad, esto demuestra cómo todo lo que Él hace es bueno, y como Él es capaz de obrar para que todas las cosas ayuden a bien (Romanos 8.28), incluso el acto más malvado de los poderes del mal que ha conspirado para llevar a cabo. Por otra parte, si Dios estaba soberanamente en control cuando las manos injustas de hombres asesinos pusieron a su amado Hijo en la cruz, ¿por qué alguien se resiste a la idea de que Dios todavía está soberanamente en control, incluso cuando se producen males menores? La cruz, por lo tanto, establece la soberanía absoluta de Dios fuera de toda duda.

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