Es una locura, pero sería feliz mirando los mismos seis cuadros el resto de mi vida. No se me ocurre una forma mejor de enloquecer.
Todos los grandes cuadros son en realidad autorretratos.
Una cosa era ver un cuadro en un museo, pero contemplarlo bajo todas esas luces, estados anímicos y estaciones diferentes era apreciarlo de mil formas distintas; guardarlo encerrado en la oscuridad —u...