John F. MacArthur Jr. Quote

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. COLOSENSES 3.23–24 La Biblia condena la pereza, es escandalosa y pecaminosa. Proverbios tiene mucho que decir sobre esto (6.9–11; 10.5; 19.15; 21.25; 24.30–34), incluyendo el contraste de la pereza con la diligencia. «La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria» (12.24). «El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada» (13.4; cp. 14.23). Si usted es diligente, es muy probable que haga dinero. Si usted es perezoso, es muy probable que no lo haga. El apóstol Pablo enseñó principios similares en el Nuevo Testamento. Exhortó a los creyentes de Tesalónica: «Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma» (2 Tesalonicenses 3.10). Él le dijo a Timoteo que instruyera a los miembros de la iglesia en sus obligaciones laborales: «Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo» (1 Timoteo 5.8). Si usted no trabaja a conciencia y con diligencia para mantener a su familia, se está comportando peor que un incrédulo, porque la mayoría de los no cristianos trabaja arduamente para cuidar a sus familias. Debemos estar motivados a huir de la pereza, porque el trabajo es una tarea noble, que se debe realizar para agradar al Señor (Colosenses 3.22–24). Trabajar «no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios» (Efesios 6.6) debe ser nuestra motivación más elevada. ¿Qué puede hacer para mejorar sus hábitos de trabajo?

John F. MacArthur Jr.

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. COLOSENSES 3.23–24 La Biblia condena la pereza, es escandalosa y pecaminosa. Proverbios tiene mucho que decir sobre esto (6.9–11; 10.5; 19.15; 21.25; 24.30–34), incluyendo el contraste de la pereza con la diligencia. «La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria» (12.24). «El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada» (13.4; cp. 14.23). Si usted es diligente, es muy probable que haga dinero. Si usted es perezoso, es muy probable que no lo haga. El apóstol Pablo enseñó principios similares en el Nuevo Testamento. Exhortó a los creyentes de Tesalónica: «Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma» (2 Tesalonicenses 3.10). Él le dijo a Timoteo que instruyera a los miembros de la iglesia en sus obligaciones laborales: «Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo» (1 Timoteo 5.8). Si usted no trabaja a conciencia y con diligencia para mantener a su familia, se está comportando peor que un incrédulo, porque la mayoría de los no cristianos trabaja arduamente para cuidar a sus familias. Debemos estar motivados a huir de la pereza, porque el trabajo es una tarea noble, que se debe realizar para agradar al Señor (Colosenses 3.22–24). Trabajar «no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios» (Efesios 6.6) debe ser nuestra motivación más elevada. ¿Qué puede hacer para mejorar sus hábitos de trabajo?

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