John F. MacArthur Jr. Quote

Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? MARCOS 4.13 Jesús fue un experto narrador de historias, pero nunca contó una historia solo por contarla. Sus parábolas no fueron juegos de palabras o misteriosos «resuélvalo usted mismo», donde se invitaba a cada oyente a proporcionar su propio significado. Cada una de sus parábolas transmitía una enseñanza importante, originada por Cristo mismo y fortalecida por él en la estructura de la parábola. Esa es una realidad crucial para recordar, porque explica cómo la verdad es compatible con la narración de historias. Ni siquiera la ficción es totalmente incompatible con nuestras ideas convencionales de verdad, porque a la larga toda historia bien narrada la plantea. Y lo importante de una buena historia es que se supone que es cierta (o al menos una verdad de vida en algún nivel), aunque la historia misma pinte un panorama totalmente imaginario. Las parábolas resaltan una verdad importante, igual que la moraleja de una historia bien contada. Eso explica por qué la verdad vital contenida en una parábola es fija y objetiva, no es un pedazo metafísico de plastilina que podemos amasar y darle la forma que queramos. Recuerde que cuando Jesús empezó a usar parábolas en su ministerio público, se apartó a solas con los discípulos y cuidadosamente les explicó la parábola del sembrador (Mateo 13.18–23). Esta tenía un significado objetivo claro, simple, único y sencillo, y mientras Jesús se los explicaba les indicó que todas las parábolas se podían entender por medio de un método parecido de interpretación (vea Marcos 4.13). De ahí que no haya absolutamente ninguna razón para suponer que el uso de parábolas por parte de Jesús es de algún modo un indicio de que la verdad misma está tan oculta en misterio como para ser totalmente indescifrable.

John F. MacArthur Jr.

Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? MARCOS 4.13 Jesús fue un experto narrador de historias, pero nunca contó una historia solo por contarla. Sus parábolas no fueron juegos de palabras o misteriosos «resuélvalo usted mismo», donde se invitaba a cada oyente a proporcionar su propio significado. Cada una de sus parábolas transmitía una enseñanza importante, originada por Cristo mismo y fortalecida por él en la estructura de la parábola. Esa es una realidad crucial para recordar, porque explica cómo la verdad es compatible con la narración de historias. Ni siquiera la ficción es totalmente incompatible con nuestras ideas convencionales de verdad, porque a la larga toda historia bien narrada la plantea. Y lo importante de una buena historia es que se supone que es cierta (o al menos una verdad de vida en algún nivel), aunque la historia misma pinte un panorama totalmente imaginario. Las parábolas resaltan una verdad importante, igual que la moraleja de una historia bien contada. Eso explica por qué la verdad vital contenida en una parábola es fija y objetiva, no es un pedazo metafísico de plastilina que podemos amasar y darle la forma que queramos. Recuerde que cuando Jesús empezó a usar parábolas en su ministerio público, se apartó a solas con los discípulos y cuidadosamente les explicó la parábola del sembrador (Mateo 13.18–23). Esta tenía un significado objetivo claro, simple, único y sencillo, y mientras Jesús se los explicaba les indicó que todas las parábolas se podían entender por medio de un método parecido de interpretación (vea Marcos 4.13). De ahí que no haya absolutamente ninguna razón para suponer que el uso de parábolas por parte de Jesús es de algún modo un indicio de que la verdad misma está tan oculta en misterio como para ser totalmente indescifrable.

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