John F. MacArthur Jr. Quote

Una esperanza viva Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos. 1 PEDRO 1.3 Según 1 Pedro 1.3–4, cada cristiano nace de nuevo para una esperanza viva, es decir, una esperanza que es perpetuamente viva, una esperanza que no puede morir. Pedro parece estar haciendo un contraste con la mera esperanza humana, que es siempre una esperanza muerta. Las esperanzas y sueños humanos inevitablemente se desvanecen y decepcionan en última instancia. Es por esto que Pablo dijo a los corintios: «Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres» (1 Corintios 15.19). Esta esperanza viva en Cristo no puede morir. Dios garantiza que finalmente llegará a una completa y total realización, plena y gloriosa. Esta esperanza la «tenemos como segura y firme ancla del alma» (Hebreos 6.19). Además, se nos garantiza «una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos» (1 Pedro 1.4). A diferencia de cualquier cosa en esta vida, que puede ser dañado, decaer, envejecer, oxidarse, corroerse, ser robado o perder su valor, nuestra herencia celestial es reservada para nosotros incorruptible, incontaminada e inmarcesible. Nuestra herencia completa un día será la culminación de nuestra esperanza viva. Ella está «reservada en los cielos». ¿Se da cuenta de que ya hemos recibido parte de esa herencia? De acuerdo con Efesios 1.13–14, cuando una persona cree, el Espíritu Santo habita en el corazón de esa persona. Él es el depósito de garantía de nuestra salvación eterna. Él es un anticipo de la herencia del cristiano. Él es la garantía de que Dios terminará la obra que Él ha comenzado. ¿Cómo cambia su perspectiva tener esta esperanza viva de una herencia incorruptible?

John F. MacArthur Jr.

Una esperanza viva Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos. 1 PEDRO 1.3 Según 1 Pedro 1.3–4, cada cristiano nace de nuevo para una esperanza viva, es decir, una esperanza que es perpetuamente viva, una esperanza que no puede morir. Pedro parece estar haciendo un contraste con la mera esperanza humana, que es siempre una esperanza muerta. Las esperanzas y sueños humanos inevitablemente se desvanecen y decepcionan en última instancia. Es por esto que Pablo dijo a los corintios: «Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres» (1 Corintios 15.19). Esta esperanza viva en Cristo no puede morir. Dios garantiza que finalmente llegará a una completa y total realización, plena y gloriosa. Esta esperanza la «tenemos como segura y firme ancla del alma» (Hebreos 6.19). Además, se nos garantiza «una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos» (1 Pedro 1.4). A diferencia de cualquier cosa en esta vida, que puede ser dañado, decaer, envejecer, oxidarse, corroerse, ser robado o perder su valor, nuestra herencia celestial es reservada para nosotros incorruptible, incontaminada e inmarcesible. Nuestra herencia completa un día será la culminación de nuestra esperanza viva. Ella está «reservada en los cielos». ¿Se da cuenta de que ya hemos recibido parte de esa herencia? De acuerdo con Efesios 1.13–14, cuando una persona cree, el Espíritu Santo habita en el corazón de esa persona. Él es el depósito de garantía de nuestra salvación eterna. Él es un anticipo de la herencia del cristiano. Él es la garantía de que Dios terminará la obra que Él ha comenzado. ¿Cómo cambia su perspectiva tener esta esperanza viva de una herencia incorruptible?

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