John F. MacArthur Jr. Quote

Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 1 CORINTIOS 9.25 Los atletas en la época de Pablo se esforzaban para participar en la competencia. Para participar en los Juegos del Istmo, tenían que comprobar que habían hecho un entrenamiento completo de diez meses. Treinta días antes del evento, entrenaban juntos diariamente a la vista del público. En ese entonces, igual que ahora, para ser un atleta de clase mundial debía haber un compromiso serio. Precisamente eso era lo que Pablo utilizó para representar la disciplina que un líder del pueblo de Dios necesitaba. Para él eso no era juego. Él era más disciplinado que cualquier atleta de pista y campo. Él quería ganar una carrera que tenía mayor significado que cualquier deporte. Por lo tanto requería más diligencia y disciplina. «Todo aquel que lucha, de todo se abstiene», dijo Pablo en 1 Corintios 9.25. Uno no puede romper un régimen de entrenamiento y ganar. Eso es cierto no solamente en los eventos atléticos. Es cierto en todo. Especialmente en el liderazgo. El éxito genuino siempre tiene un gran precio. Todo atleta lo sabe. La disciplina tiene que convertirse en una pasión. No es simplemente cuestión de hacer lo que es obligatorio o evitar lo que es prohibido. Involucra negarse a sí mismo de manera voluntaria. ¿Por qué es importante la disciplina? La disciplina nos enseña a operar por principios más que por deseos. Decir no a nuestros impulsos (aun a aquellos que no son inherentemente pecaminosos) nos hace controlar nuestros apetitos en vez de que ellos nos controlen a nosotros. Ello desecha la lascivia y permite la verdad, la virtud y la integridad, para que gobierne nuestras mentes.

John F. MacArthur Jr.

Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 1 CORINTIOS 9.25 Los atletas en la época de Pablo se esforzaban para participar en la competencia. Para participar en los Juegos del Istmo, tenían que comprobar que habían hecho un entrenamiento completo de diez meses. Treinta días antes del evento, entrenaban juntos diariamente a la vista del público. En ese entonces, igual que ahora, para ser un atleta de clase mundial debía haber un compromiso serio. Precisamente eso era lo que Pablo utilizó para representar la disciplina que un líder del pueblo de Dios necesitaba. Para él eso no era juego. Él era más disciplinado que cualquier atleta de pista y campo. Él quería ganar una carrera que tenía mayor significado que cualquier deporte. Por lo tanto requería más diligencia y disciplina. «Todo aquel que lucha, de todo se abstiene», dijo Pablo en 1 Corintios 9.25. Uno no puede romper un régimen de entrenamiento y ganar. Eso es cierto no solamente en los eventos atléticos. Es cierto en todo. Especialmente en el liderazgo. El éxito genuino siempre tiene un gran precio. Todo atleta lo sabe. La disciplina tiene que convertirse en una pasión. No es simplemente cuestión de hacer lo que es obligatorio o evitar lo que es prohibido. Involucra negarse a sí mismo de manera voluntaria. ¿Por qué es importante la disciplina? La disciplina nos enseña a operar por principios más que por deseos. Decir no a nuestros impulsos (aun a aquellos que no son inherentemente pecaminosos) nos hace controlar nuestros apetitos en vez de que ellos nos controlen a nosotros. Ello desecha la lascivia y permite la verdad, la virtud y la integridad, para que gobierne nuestras mentes.

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