John F. MacArthur Jr. Quote

Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad. 2 PEDRO 1.5–6 «Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire» (1 Corintios 9.26). Observe que Pablo no estaba boxeando con la sombra ni tampoco era un aprendiz. Él se encontraba en una pelea de verdad. Mientras estaba corriendo, también estaba peleando. Tenía un oponente al que debía seguir golpeando, porque si no este lo sacaría de la pista. Este oponente, recuerde, era su propia carne; en otras palabras, las tendencias pecaminosas que con frecuencia se asocian a los apetitos corporales y a los deseos carnales. Él estaba corriendo para ganar y boxeando para no perder. En términos positivos, estaba cultivando la disciplina de la rudeza mental para que sus ojos estuvieran fijos en el premio y sus pies se movieran en la dirección correcta. En otros términos, estaba cultivando la disciplina del autocontrol para poder detener a su carne de modo que no le hiciera perder la carrera. Todo atleta sabe cómo es esta lucha. Todo buen atleta debe mantener su cuerpo bajo control. No puede tener sobrepeso ni perder la salud. Cuida su cuerpo, se ejercita para mantenerse en forma y se esfuerza para desarrollar músculos. Se mantiene en control de su cuerpo. La mayoría de las personas, en contraste, son dominadas por sus cuerpos. Estos les dicen a sus mentes lo que deben hacer. Es por eso que el principio del pecado se llama «la carne» en todas las epístolas paulinas. El cuerpo en sí no es malo, sino mas bien los malos deseos que se asocian frecuentemente con él. Por eso Pablo dijo que necesitábamos «hacer morir las obras de la carne» (Romanos 8.13) y «crucificar la carne con sus pasiones y deseos» (Gálatas 5.24).

John F. MacArthur Jr.

Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad. 2 PEDRO 1.5–6 «Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire» (1 Corintios 9.26). Observe que Pablo no estaba boxeando con la sombra ni tampoco era un aprendiz. Él se encontraba en una pelea de verdad. Mientras estaba corriendo, también estaba peleando. Tenía un oponente al que debía seguir golpeando, porque si no este lo sacaría de la pista. Este oponente, recuerde, era su propia carne; en otras palabras, las tendencias pecaminosas que con frecuencia se asocian a los apetitos corporales y a los deseos carnales. Él estaba corriendo para ganar y boxeando para no perder. En términos positivos, estaba cultivando la disciplina de la rudeza mental para que sus ojos estuvieran fijos en el premio y sus pies se movieran en la dirección correcta. En otros términos, estaba cultivando la disciplina del autocontrol para poder detener a su carne de modo que no le hiciera perder la carrera. Todo atleta sabe cómo es esta lucha. Todo buen atleta debe mantener su cuerpo bajo control. No puede tener sobrepeso ni perder la salud. Cuida su cuerpo, se ejercita para mantenerse en forma y se esfuerza para desarrollar músculos. Se mantiene en control de su cuerpo. La mayoría de las personas, en contraste, son dominadas por sus cuerpos. Estos les dicen a sus mentes lo que deben hacer. Es por eso que el principio del pecado se llama «la carne» en todas las epístolas paulinas. El cuerpo en sí no es malo, sino mas bien los malos deseos que se asocian frecuentemente con él. Por eso Pablo dijo que necesitábamos «hacer morir las obras de la carne» (Romanos 8.13) y «crucificar la carne con sus pasiones y deseos» (Gálatas 5.24).

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